miércoles, 31 de diciembre de 2014

Zombriz, el muerto viviente (Parte 2)

 5 de Noviembre, 23:12
Me paso los días mirando mi tumba, aún no he salido de este cementerio. Cuando llega la noche a lo lejos puedo ver unas luces, serán las de un edificio o una casa, supongo. A lo mejor allí está la respuesta de por qué he vuelto a la vida. Aquí quieto no gano nada, iré.
Intento llegar lo más rápido posible a esa casa, antes de que me vuelva a desmayar. Me pasa desde hace unos días, a veces pierdo el conocimiento y despierto en un lugar diferente a donde me desmayé, y de pié.
¿Me estaré convirtiendo en un verdadero muerto viviente? Por lo que estoy viendo, no necesito comer ni beber, ya que llevo aquí varios días quieto sin hacer nada, a no ser que cuando pierdo el conocimiento me alimento... a saber de qué.
He llegado a la salida del cementerio. Las luces que veía eran las farolas de una calle. Me empiezo a marear, no sé qué me pasa. Estoy perdiendo el conocimiento otra vez, creo. Me tambaleo por la carretera. Unas luces se van acercando a mí muy velozmente. Son las luces de un... ¿coche? Han cambiando mucho a como eran en mi tiempo. El coche me va a atropellar, está muy oscuro y cuando me vea no va a tener tiempo de frenar. Noto un hormigueo en mis brazos, algo sale de ellos. Mi vista se nubla, no veo nada. ¿Qué está pasando?




<-- Relato anterior (Zombriz, el muerto viviente. Parte 1)

domingo, 9 de noviembre de 2014

La inteligente Sra. H.A.T (2)

La lluvia aumentaba la fuerza conforme avanzaba la noche. Algo no muy agradable para los Eyston, ya que iban en coche.
— Maldita sea, no veo nada con esta lluvia— lo decía algo cabreado, pues llevaba todo el día lloviendo y eso le había fastidiado el día—.
Cindy sonrío por el comentario de su marido. Verle enfadado le hacía gracia.
— Tranquilo, cariño, ya estamos llegando.
— La próxima vez conduces tú. Por cierto, ¿con quién has dejado a los niños?
— Con Scott. Tiene un poco pinta de drogata pero es alguien en quien poder confiar.
— No sé yo...
— Anda, mira, hemos llegado.
 Cindy y su marido se bajaron del coche e intentaron sacar el paraguas lo más rápido posible para no mojarse. La lluvia caía cada vez más fuerte. Ambos se quedaron mirando durante unos segundos aquel edificio, ya lo conocían de sobra, era un lugar al que iban todos los días. Los Laboratorios ESV, un lugar donde hacían experimentos horribles con animales y personas. Cindy y su marido no podían permitir que siguiesen haciendo lo que hacen en ese lugar.

— Bueno, voy a prepararme.

— Creo que debería ir contigo...
— No, cariño, tú quédate aquí, necesito que alguien me informe desde el exterior, además, si me pasa algo será mejor que haya uno fuera que pueda buscar ayuda.
— ¿Si te pasa algo?
— Tranquilo, no me pasará nada, tengo el H.A.T, ¿no?—sonrió—.





lunes, 13 de octubre de 2014

Zombriz, el muerto viviente (Parte 1)

Estoy vivo. Lo sé, lo noto, pero esto no debería ser así.
Recuerdo que estaba tumbado en una camilla de hospital, el doctor me miraba mientras mis ojos se cerraban poco a poco, dejando de sentir mi cuerpo y mis emociones. Supongo que ese fué el momento de mi muerte. Recuerdo mi muerte, y si la recuerdo es porque estoy vivo. ¿Cómo es eso posible?

miércoles, 3 de septiembre de 2014

Poor man (3)

Me llevó unos meses conseguir hacerme un traje por mis propios medios. Tuve que rebuscar en mil cubos de basura e ir a un montón de basureros para conseguir algo decente. Podría haber tardado menos, pero había veces en las que debía preocuparme de otras cosas, como la comida, o no morir de frío. Sobrevivir es lo primero, muerto no se puede ayudar a la gente.
En cuanto pueda me lo pongo y empiezo a hacer cosas buenas, pero hoy no. Tengo demasiada hambre para mover...
— S-Señor, déjeme por favor. No tengo dinero. No quiero problemas.
Mierda, de todos los sitios que hay, tiene que haber un atraco justo al lado mía. Pero no me quedan apenas fuerzas. y me muero de hambre... Qué demonios, es mi oportunidad de hacer el bien. Es mi responsabilidad maldita sea.
Se encuentran en un callejón que hay justo al lado del sitio donde yo dormía. Está todo lleno de charcos por las lluvias de hace unos días, encima huele mal. No hay nadie aquí, solo el atracador y la mujer a la que atracan.
— Vamos, colega, no me mientas, sé que llevas algo de dinero en la cartera.
— Le he dicho que no llevo nada, por favor, déjeme.
— Vamos, cuanto más tardes peor se pondrá la cosa para ti...
— ¡Eh, escoria, mírame!

— ¡Jajajajajajajajaja! Joder, ¿qué cojones haces, tío?
Mierda, se está riendo de mí. Ahora me siento ridículo. Mierda, mierda, mierda. Estúpido tío, me ha bajado la autoestima. Aunque eso no es algo que deba preocuparme a estas alturas. Qué cabrón.
— Ahora mismo no estoy haciendo nada, pero en unos segundos te voy a dar la paliza de tu vida.
— ¿Qué? ¿Pero tú quién eres?




Mierda, ese tío me ha pegado una paliza y me ha dejado inconsciente ¿Cuántas horas habrán pasado?
La mujer a la que estaban atracando antes está de pie mirándome. No veo al atracador.
— ¿Se encuentra bien?—dijo con voz tímida—. Está usted sangrando.
— No se preocupe, no es nada. Oye, ¿y el atracador?
— Estaba herido y se largó. Me ha salvado, gracias.
— De nada, mujer. Yo...
— Eh... en realidad soy un hombre.
Me encuentro en uno de estos momentos en los que me siento subnormal y no sé qué decir.
— Oh, ¡lo siento! Es que como usa vestido pensé...
— No pasa nada. Es que, verá, me gusta llevar ropa de mujer. Aunque muchos me tratan mal y se ríen de mí por eso...
— La gente le trata mal... pero no se preocupe, no es culpa suya, es que la sociedad es idiota. Pero yo cambiaré eso, lo cambiaré todo, ¡por algo soy Poor man!
Ahora me iré corriendo para que esa última frase quede más guay aún.
— Jaja, está un poco loco, pero me gusta cómo piensa.

Esto de ayudar a los demás me gusta. Pero sigo teniendo hambre.



<-- Relato anterior (Poor man 2)

lunes, 25 de agosto de 2014

Rana-Man Vs. Amargarita

Una vez más, amanecía en Rocket City, conocida por ser la ciudad más grande del país. Los pájaros cantaban, la gente seguía con su vida, el sol brillaba en el cielo...
Scott se levantó de la cama y arrastró sus pies por la desordenada habitación en la que solía pasar las noches durmiendo. Vivía en un apartamento algo pequeño, aun así eso no impedía a Scott hacer el vago y dejarlo todo desordenado.



—Puta vida—dijo como todas las mañanas, aunque luego se le pasaba.



Despues de levantarse se dirigió a prepararse el desayuno, pero en ese momento llamaron a la puerta.



—¿Quién es?—preguntó.
—Somos de la policía—dijeron desde el otro lado de la puerta—. Necesitamos que nos digan como están sus plantas.
Scott se empezó a poner nervioso porque no estaba seguro a qué tipo de plantas se referían.
—No... no tengo plantas—mintió.
—Vale. Es que nos informan por comisaría que hay un problema con las plantas de esta zona, y estamos investigando.


Después de esto Scott se dirigió de nuevo a la cocina, a ver si podía desayunar de una vez. Pero no, en ese momento llamaron al teléfono. Scott comenzó a gruñir de rabia y cogió el teléfono. Era la señora Eyston, la casera del piso en el que vivía de alquiler.


¿Diga?—contestó
—Scott, soy yo, Cindy.
—¿Qué quiere?—dijo muy serio.
—¿Cómo están tus plantas?
—¿Eh? Están bien, tirando, ¿por?
—Nada, nada. Es que esta mañana me he encontrado mis plantas muertas y no sé por qué. Las he estado analizando pero nada.
Pues siga analizando, anda...
—Estoy muy ocupada ahora. Por cierto, ¿puedes cuidar mañana de los niños? Mi marido y yo tenemos cosas que hacer.
—Bueno, ya veré. Enga, adiós—dijo harto.



Scott colgó y se hizo por fin su desayuno, y después de eso no hizo nada más interesante en todo el día. Hasta que llegó la noche.
Scott a primera vista puede parecer un tipo algo pringao, con unas pintas de que cuando lo ves te cambias de acera por si te atraca. Pero, cuando se pone su traje deja de ser Scott para ser Rana-Man. Aunque lo parezca a simple vista, Rana-Man no es un superhéroe: ni combate el crimen, ni ayuda a la gente ni nada. Bueno, a alguien si que ayuda: a los drogadictos a colocarse. Sí, Scott era camello, y la verdad... Rana-Man también es un pringao.
Rana-Man estaba intentando vender.



—Venga ya, tronco, ¿cómo que no la quieres?
—No tengo dinero...—se excusó el drogadicto.
—Pero si está barata, y a ti te hago descuento.
—Que no, que me dejes.



El cliente fallido se fue por el callejón. Rana-Man se iba ya a otra parte, pero escuchó un grito por el callejón por donde se fue el drogadicto, y fue a ver qué pasaba.


—¡¿Pero qué carajo?!—gritó Rana-Man.
La extraña chica le miró de arriba a abajo.
Tío, ¿qué haces con ese disfraz?
—Es para que la poli no me reconozca. Tengo un trabajo complicado.
¿Tienes poderes?
—Eh... sí—contestó Scott—. Aunque son un poco caca.
—Mola. Yo puedo puedo crear plantas y controlarlas.
Ah, antes me hablaron de que había un problema con las plantas, ¿eras tú?
Sí, supongo.
Mola.
Oye, ¿tú no eres uno esos que se llaman superhéroes, no?—preguntó la chica.
—Qué va.
—Suena bien eso, entonces... ¿Te gustaría venir a hacerle una visita al alcalde de la ciudad? Tengo que hablar con él.
—Oh, vale. Ya de paso le puedo pedir que legalice la marihuana, me ahorraría mucho trabajo.
—Eres un poco tonto. Por cierto, me llamo Amargarita.



Rana-man y Amargarita se dirigieron al edificio donde se encontraba el alcalde de la ciudad. Mientras lo hacían, Amargarita le iba enseñando su poder a Rana-man: podía hacer aparecer todo tipo de plantas de la nada, y además podía absorber energía de otras plantas, lo que aumentaba su poder. Rana-man se sorprendió bastante de lo que podía hacer, incluso se asustó un poco de lo poderosa que era. Finalmente llegaron al despacho del alcalde.



—Bien, detrás de esta puerta, en esta habitación, se encuentra el alcalde—explicó Amargarita—. Yo voy a entrar, tu quédate aquí vigilando, ¿vale?
—Vale, tronca. Jeje. ¿Lo pillas? "Tronca".
Jooodeeer...—mientras decía eso abrió la puerta y entró.



Rana-man se quedó esperando en la puerta un cuarto de hora, pero tanto tiempo sin hacer nada empezó a aburrirle, por lo que decidió entrar a ver qué estaba pasando.



—Tía, Amarga, que me aburro ahí afuera y... ¡¿PERO QUÉ COÑO?!



—¿Qué?—preguntó mientras se limpiaba la boca de sangre.
¡¿Por qué te estás comiendo al alcalde?!
—Eh... no sé, está rico.
¿Y ahora cómo le pido yo que legalice la marihuana?
—No te preocupes, al comérmelo he absorbido su poder de alcalde.
Qué dices. Las cosas no van así, loca caníbal.
Afuera en la calle comenzaron a oírse coches patrulla y sus sirenas.
Les habla la policía. Tenemos el edificio rodeado. No opongan resistencia, es inútil.
Hostia, la policía—dijo Amargarita asustada—. ¡Eh, tú! ¿A donde vas?
Pilló a Rana-Man saliendo por el conducto de la ventilación. Escapando.
—Cabrón, ¿me vas a dejar aquí sola?




lunes, 18 de agosto de 2014

La inteligente Sra. H.A.T (1)

Las últimas luces de las viviendas de Rocket City comenzaban a apagarse, pues era ya de noche, de madrugada, además. Pero aún se podía ver una luz, una luz que llevaba encendida desde principios de noche, y que parecía que no pretendían apagarla hasta que el Sol saliese de nuevo. Esa luz provenía del sótano de la casa de los Eyston. Lugar donde la Sra. Eyston trabajaba en algo bastante importante.

viernes, 15 de agosto de 2014

Poor man (2)

Cada día veo en las televisiones de los escaparates a gente que se hace llamar "superhéroes". Personas con algún tipo de habilidad o poder especial que se dedica a ayudar a la gente sin pedir nada a cambio. La verdad es que la mayoría me parecen unos tontolnabos, pero hay algunos que son admirables. Son los que hacen de esta sociedad de mierda algo mejor, y lo hacen porque quieren, sin que nadie se lo pida. Así me gustaría ser yo. Quiero ser un superhéroe; salvar a la gente, ayudarla, luchar contra los malos y todas esas cosas. Aunque claro, yo no tengo poderes ni mierdas, solo soy un pobre vagabundo que más bien necesita que le ayuden a él y no al revés. Pero es que, joder, siempre me estoy quejando, y quejarse y no hacer nada es de esas cosas que odio. A tomar por saco, voy a ser un superhéroe.

Ya lo tengo todo planeado, esta noche buscaré algo de ropa por los contenedores de la ciudad para hacerme un traje. Un gran poder conlleva una gran responsabilidad. Yo no tengo ese poder, pero quiero tener esa responsabilidad.

Cagonlaputa.





<-- Relato anterior (Poor man 1)

viernes, 25 de julio de 2014

Poor man (1)

La gente me mira todos los días cuando pasan a mi lado. Me miran con pena y preocupación, queriendo ayudarme, pero eso solo es durante unos segundos hasta que pasan de largo. Luego les importo un carajo y siguen sus "felices" vidas. Y es que ser un pobre vagabundo es una mierda.