miércoles, 11 de febrero de 2015

La inteligente Sra. H.A.T (3)

5 de Noviembre, 21:50 

Las pisadas se hundían en el barro que la lluvia había dejado cuando la Sra. Eyston se dirigía a los Laboratios ESV. Dio la vuelta al edificio para entrar por la puerta trasera. La puerta necesitaba una contraseña para poderla abrir, aunque esto no fue una sorpresa para ella. Inmediatamente contactó con su marido.
— Oye, dime la contraseña de la puerta trasera.
El señor Eyston comenzó a buscar por el coche unos segundos hasta finalmente coger una libreta que estaba por ahí tirada. Abrió una página y empezó a buscar.
— 0629.
Cindy tecleó los números que dijo su marido. Una luz verde se encendió sobre la puerta, lo que significaba que estaba abierta.
Cindy abrió la puerta y observó un largo y oscuro pasillo que no se veía a dónde llegaba.
—Voy a entrar— Dijo tras unos segundos mirándolo y sin ningún miedo—.
— Está bien. Ten cuidado.
 Con la luz del H.A.T encendida, Cindy se adentró por los pasillos de ESV. El ambiente era silencioso y oscuro. Se escuchaba el típico sonido de gotas cayendo, a saber dónde. Aquello era un laberinto, suerte que Cindy ya había estado trabajando allí y más o menos se orientaba. Activó la visión nocturna del H.A.T para ver mejor.

Intentó conectar el manos libres para hablar con su marido.
— Cariño, ¿me oyes?
— Sí, te oigo bien.
— Perfecto. Voy a coger los informes y archivos de la sala de enfrente mía, ¿crees que con eso será suficiente?
— Necesitamos pruebas, así que sí, creo que eso servirá.
Cindy entró en la habitación y cogió todo lo que vio: documentos, archivos, informes... se lo metió en los bolsillos y salió de ahí, pero...
— ¿Hm?— La cara de Cindy cambió completamente. No podía estar más confusa y preocupada por lo que acababa de ver—.
—¿Pasa algo?— El marido preguntó preocupado.
— No, nada. Sólo que...
...estoy viendo unas huellas que no son mías.
— ¿Eh? ¿Cómo que unas huellas?
— Las estoy viendo con el detector de calor. Antes de entrar a la habitación no estaban aquí. Es extraño. Son huellas de pies, no de zapatos.
— Cindy, me estás asustando. Ven ya, por favor, podría ser peligroso que estés ahí más tiempo.
— Espera, tal vez sea una de esas personas con las que hacen experimentos en algún lugar de estos laboratorios, si se ha escapado podríamos llevárnoslo y salvarle. Además, sería una prueba irrefutable de lo que hacen aquí.


— Mierda, está detrás de mí.
Se giró y contempló a un tipo alto que le miraba fijamente. No podía distinguir nada más que su silueta y esos ojos amarillos mirándole. No se veía amistoso. Cindy salió de allí corriendo, por los pasillos, hasta encontrar la salida y llegar al coche con su marido. No sabía si le había seguido o si iba a hacerle daño, pero de todas formas estaba a salvo y había cumplido con su misión: conseguir pruebas.


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